Enloquecida por el año nuevo, propósitos viejos 4 (y un propósito de enmienda)

Pues nada, estamos a 7 de febrero yo con un par, un mes después, voy a cumplir con mi tradición de escribir mis propósitos para el año nuevo… Que luego no se cumplen, así, sin rodeos. Porque luego la vida manda y haces lo que puedes. Y ya está. Por eso hoy estoy Enloquecida por el año nuevo, propósitos viejos 4 (y un propósito de enmienda) y ahora verán porqué.

Miren, lo cierto es que no tengo cuerpo para muchas cosas, esa es la verdad. Entre la bajona, y mi nuevo boleto de lotería, no tengo el cuerpo para fiestas y soy muy consciente de que mis propósitos de año nuevo van a tener un difícil cumplimiento. No obstante, yo lo voy a intentar, por eso que no quede. Así que ahí van mis propósitos de año nuevo y mi propósito de enmienda:

  • Leer más. Me encanta leer, lo disfruto mil y durante muchísimo tiempo, el ritual del sueño pasaba por leer durante un ratito en la cama. Pero desde que tengo niños, es que no puedo, me muero de sueño. Y me he convertido en una lectora ocasional en peluquerías, salas de espera de médicos, transportes públicos y poco más. Así que este objetivo es prioritario. Más libros y menos Instagram.
  • Tener más tiempo para mí. Esto parece misión imposible pero es absolutamente ncesario. Cuando tienes hijos, tu tiempo personal se reduce considerablemente. Y cuando tienes sentimientos de culpa cuando los dejas con los abuelos, pues más todavía. Pero hace mucha falta tener tiempo para una. El año pasado logré ir un día por semana a ballet. Este año sigo yendo un día, y voy a ver si puedo ir dos. Ya lo de hacerme las uñas y ordenar la casa lo dejaremos para el año que viene… O la próxima vida.
  • No enfadarme tanto. Pues sí, me enfado mogollón. La mayor parte de las veces nadie se entera, y me lo trago yo solita, pero no puede ser que me mosquee tanto. Me hago mala sangre y me pongo triste. Este es un gran propósito la verdad. De nota.
  • Viajar. Porque me flipa y me divierte, y me ilusiona y de todo. Y me apetece irme a la cochinchina. Que no me podré ir, ya lo sé yo, porque el horno no está para bollos, pero como apetecerme, me apetece mil. Aunque sea irme a la vuelta de la esquina.
  • Vivir. Sí, así como suena. En este tiempo entre el embarazo, toda la enfermedad de mi pichoncio y rollos varios me he olvidado de vivir. De disfrutar y pasármelo bien con lo que hago. De reírme hasta que se me escape el pis, comer hasta hartarme, emocionarme con una canción o con las cosas que me dice mi hijo. No es una pose, es real y bastante serio, porque no logro disfrutar con nada. Y es fundamental que recupere esto, de lo contrario, me veo convertida en un ser (todavía más) gris y anodino. ¿Cómo me he podido olvidar de vivir? Pues eso mismo me pregunto yo…

Y como propósito de enmienda… Pues seguir escribiendo este blog, o lo que sea, pero escribir. Entre toda la faena, el estres y la bajona, estoy poco inspirada pero a la vez, necesito una válvula de escape, aunque no les cuente aquí todas mis penas a bocajarro. ¿O quieren que lo haga, aun a riesgo de que huyan despavoridos? Aquí seguiremos, como podamos, desde el polígono.


Deja un comentario