Enloquecida por mis 40 años y La lotería en Babilonia

Señor@s, he cumplido 40. Oficialmente me puedo sacar el carnet de SEÑORA con grandes letras oigan. Y como dice una amiga, espero que la cresta se me haga cada vez más grande, para ser cada vez más punki y hacer lo que salga de ahí. He dicho. Pero me he puesto muy intensita con esto de los 40, por eso hoy estoy Enloquecida por mis 40 años y La lotería en Babilonia, y ahora verán porqué.

He cumplido 40 y claro, había que hacer algo, porque a los 40 hay que celebrar. Pero con la bajona que me acompaña desde hace tiempo ya, pues finalmente no organicé nada. Así que mariditos, que es más majo que las pesetas, me organizó una cenorra con mis amigas que acabó cerrando una disco a las 4.30 de la mañana. Si es que los 40 son los nuevos 30…

Luego me preparó una comida con mi familia, y a la siguiente semana, otra salida con otras amigas. Y sé que hay algo más por ahí… madre de Dios cuánta celebración tú… Y con todo esto, he visto a gente que hace mucho tiempo que no veía, por desgracia, porque veo a mis amigas mucho menos de lo que me gustaría.

Y cada vez que veo a algunas de mis amigas, totalmente despreocupadas, y pensando que siempre, todo, acaba bien y se puede solucionar, me acuerdo de La Lotería en Babilonia de Borges. Y pienso qué habrá pensado La Compañía para ellas. Durante la juventud vives a tope, cuando te deja tu novio te hundes en la miseria, cuando tienes uno nuevo crees tocar el cielo, pero conforme vas viviendo, todo cambia. Y no puedo evitar pensar en ellas, como las personas optimistas y despreocupadas que aún son, y su designio en la lotería: Cuál se divorciará, cuál enviudará, cuál se arruinará, cuál enfermará, cuál tendrá que enfrentarse a la enfermedad o a la muerte de un hijo.

Si observo sus caras, veo que algunas ya han abierto su boleto, y ya saben que la vida a veces es perra, que no todo acaba bien, pero que hay que seguir adelante hasta tener en la mano el siguiente décimo, la siguiente bolita. Sin remedio. Y ver qué te ha tocado esta vez.

Las que han visto lo que les ha tocado, tienen otra mirada. Miran más de soslayo, escépticas, y con algún destello triste. Otras están pletóricas, de momento. No pueden negar que conocen los designios de La Compañía.

Cada año, a veces casi cada día, te toca un nuevo boleto. Y ese boleto lo puede cambiar todo en un minuto. Una llamada, una conversación, una palabra o la falta de ella. Con los 40, he abierto un nuevo boleto, aún no sé si bueno o malo, pero tengo uno en la mano que me está quemando la piel.

Seguiremos informando desde el polígono, con bajona incluida, más intensita… pero intentando no perder el humor.


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