Enloquecida por el teatro escolar

Pues bueno señores, héteme aquí dispuesta a vaciar mi conciencia y a entretenerles (espero) con una anécdota intrascendente, inconsistente, pero con cierta gracia. Porque la bajona no se ha ido, pero habrá que seguir con la vida, y con el blog, digo yo. Aunque no me lea ni el tato, yo a lo mío oigan. Por eso hoy estoy Enloquecida por el teatro escolar y ahora verán porqué.

Yo no sé qué me pasa, pero atraigo los fregaos, de verdad les digo. Pues ahí que estaba yo en el patio del cole, un día más, recogiendo al Pichón, y hablando un rato con alguna madre de la clase. Ese día habían ido a hacer teatro a las clases y me habían contado todas que no era mucho tiempo, que con ensayar una tarde la cosa estaba lista… total, que les dije, pues agregadme al grupo, venga…

Y como no podía ser de otra manera, empezó el show. Si es que no aprendo, señor@s… Empieza la fiesta en el grupo de Whatsapp. Cena sí-cena no, al final cena sí, yo no voy, y después de la cena que si Peter Pan, que si El Rey León… Gana El Rey León, y llega la sorpresa: es musical. ¿Pero estas están piradas o qué??? Me digo en la cocina de mi casa, a las 5.35 de la mañana mietras me bebo el café.

Llega el primer ensayo de muchos… Y yo que pensaba que iba a ser cosa de dos tardes… Qué ilusa que fuí. Total, que allí estaban intentando montar un baile. Y yo callada como una estatua. Y con cara de póker. Que no se me note. Y es que una ha hecho ballet durante unos 20 años más o menos. Y danza contemporánea, jazz, funky, flamenco, claqué… Y he vuelto hace no mucho (pero esa es una historia que deberá ser contada en otro momento).

Igualito que nuestro Rey León, oigan…

Total, que la cosa no iba. Era como si la música y el movimiento hubieran cesado su convivencia definitivamente. Yo conteniéndome. En silencio y contemplando el desastre. Hasta que no pude más e intervine, y metí la cosa en música claro. Aun así, quien dirigía siguió a la suya y con la coreografía conceptual y sui géneris… Mientras me preguntaban por lo bajini: «oye, tú has hecho ballet verdad?» Y yo miraba para todas partes y me hacía la loca, y decía, «bueno, algo…», y la directora del asunto decía «yo es que he hecho ballet toda mi vida«, mientras la música estaba en Boston y el movimiento en California. Y despues otro clásico del teatro amateur: vienen a ensayar los de siempre y el tiempo se nos viene encima. Y las promesas para futuras obras de teatro. Parole, parole…

Total, que después de mucho ensayo al final todo salió bien, como suele suceder. Nada más pisar el escenario, el Pichón soltó un enorme y sonoro: «¡Mira mi mamá!» que, aunque suene a topicazo, pues ya compensó los agobios para ensayar. Cuando acabó la cosa, todas pletóricas y haciéndonos selfies como crías, una dijo ¡vámonos de cena! Yo pensé que sería una de esas cosas que se dicen, pero luego nada… Pero no. A las dos horas ya había un grupo donde estábamos metidas las mamás de la mitad de la clase y a la semana estábamos de cena.

Yo, que soy un poco descreída (y cada vez más con los años) pensé que al final se anularía o algo (como suele pasar cuando intentas una salida nocturna con madres…) Pero no. Éramos 17. Increíble. Y yo creía que la cosa sería cenar y a casa, así que hice planes para el día siguiente… Pero tampoco. Hubo vino, champagne y chupitos. Yo que madrugaba al día siguiente me tuve que ir, pero la cosa acabó a las 5 de la mañana.

Y esto no es lo mejor. Ha habido más salidas y ya se habla de un viaje de madres a Formentera, repito, viaje de madres a Formentera. Y quedada de madres y padres (pero sin el AMPA). A pesar de que ahora tengo como tres o cuatro grupos de Whatsapp del cole (y lo que te rondaré, Pichón 2 empieza el cole el curso que viene) la cosa promete. ¿Realmente habré encontrado un grupo de madres normales, que de vez en cuando pierden los papeles y les apetece pegarse cuatro bailes? No me haré demasiadas ilusiones por si acaso les entra un ataque de maternidad alfa, seguiré informando desde el polígono…


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